En un mercado hipercompetitivo como el de los dispositivos móviles la presentación del nuevo, que no novedoso, Nokia 3310 ha causado cierto revuelo, estupor e impacto mediático, una receta interesante para un compañía como la finlandesa, tan necesitada de oxígeno y apartada del mercado en los últimos tiempos.
El terminal presentado recientemente en el Mobile World Congress celebrado en Barcelona, ofrece como principal atractivo, la simplicidad arcaica de servir tan solo para realizar llamadas y enviar mensajes SMS, esos pequeños fragmentos de texto, que algunos ya ni recuerdan y muchos jóvenes apenas han conocido.
Con un aspecto tan solo algo vintage -recuerda obviamente a sus antecesores antediluvianos que dominaron el planeta hace más de 15 años-, un teclado físico, un toque naif y unas pocas carcasas de colores, la oferta de Nokia se limita a un celular incapaz de sacar provecho de internet y aplicaciones de mensajería, hoy absolutamente imprescindibles como Whatsapp o Facebook Messenger.
Tan solo su radio FM y reproductor de Mp3 le confieren alguna utilidad más allá de su escasa conectividad -ni siquiera es capaz de aprovechar la tecnología 3G-.
Dicho esto, la pregunta que muchos se harán es ¿para qué demonios quiero yo un Nokia 3310?
Un poco de historia
Para dar sentido a la aparición de este modelo en el mercado conviene repasar la historia reciente, debacle incluido, de la compañía Nokia. Después de liderar merecidamente el mercado de la tecnología móvil a finales del pasado siglo y principios del S.XXI, la compañía nórdica, fue para muchos víctima de una cultura empresarial perniciosa, que la llevó a una ceguera e incapacidad estratégica total para adaptarse a las nuevas tecnologías y demandas del mercado, como demuestra su obstinada voluntad de mantenerse anclada en el sistema operativo Symbian. Ni siquiera la tardía y desesperada alianza con Microsoft logró sacar a flote los restos de la que un día fue modelo ejemplar de compañía tecnológica innovadora.
Innovación o más de lo mismo
Llegados a este punto y viendo la trayectoria de la compañía, cabe preguntarse si Nokia, sigue simplemente anclada en el pasado, en una especie de demencia incurable, o realmente sabe lo que hace.
Es indudable que el Nokia 3310, adornado de una aureola vintage y con algunas prestaciones interesantes como la larga y ahora inusual duración de la batería, es una acertada acción de marketing con la que la compañía, vuelve a tener presencia en las páginas de los diarios y prensa especializada -este artículo es un ejemplo de ello- aprovechando el poder de las buenas relaciones públicas.
Sin embargo el nuevo teléfono parece un producto demasiado vulgar y evidente para lograr conquistar algún segmento del mercado.
La escasa conectividad puede tener ventajas
Una tecnología arcaica puede tener algunos grandes beneficios, como la seguridad y el blindaje ante el rastreo, una demanda que el nuevo terminal de la firma nórdica podría haber explotado para llamar la atención de aquellos -incluidos los espías- que buscan una opción de teléfono seguro, imposible de rastrear o hackear- y todos aquellos individuos de alguna manera vulnerables que valoran la privacidad por encima de la conectividad.
En este sentido sí existen iniciativas y productos interesantes como el Blackphone, un producto impulsado por Navy Seals (el cuerpo de élite del ejército de Estados Unidos) y desarrollado por un grupo de ingenieros españoles. Un teléfono de este tipo promete la encriptación de todas las llamadas y mensajes para que no puedan ser escuchados ni leídos por otras empresas
o hackers. Bien es verdad que los 50 dólares del Nokia resultan infinitamente más asequibles que los 799€ del Blackphone. En la misma línea encontramos otros dispositivos y potentes sistemas de encriptación como Encrochat que prometen sistemas de mensajería totalmente seguros e invulnerables.
El Nokia 3310, mucho más humilde y sencillo no aprovecha sus escasas prestaciones y conectividad –no admite wi-fi ni permite descargar aplicaciones-, para ser al menos más seguro e inmune a las amenazas de los piratas informáticos.
Su cámara de 2 Megapíxeles es casi testimonial y su teclado físico no aporta ninguna versatilidad sobre un teclado táctil de los nuevos sistemas operativos de Android o iOS.
Ni siquiera físicamente este teléfono retro mantiene las características de sus viejos antecesores, mucho más duros y resistentes a los golpes que las nuevas y coloreadas carcasas que protegen los circuitos del nuevo Nokia.
Es posible que algunos centros de terapias contra la adicción al móvil, que empiezan a estar de moda estos días, encuentren este modelo interesante para desintoxicar a sus pacientes, utilizándolo como una especie de metadona que permite seguir en contacto con el teléfono y al mismo tiempo desengancharse de la esclavitud de los juegos, aplicaciones y redes sociales.
En resumen y contestando a la pregunta inicial planteada en este artículo, ¿para qué demonios sirve el nuevo Nokia?, la respuesta podría ser que para todo lo que siempre sirvió un teléfono, hacer y recibir llamadas, que no es poco y permitir a Nokia volver a ocupar titulares en los medios.
Comentarios
Suscripción de noticias RSS para comentarios de esta entrada.