El ministro alemán de Alimentación y Agricultura, Christian Schmidt firmó la pasada semana un proyecto de ley que prohíbe publicitar el tabaco y los cigarrillos electrónicos en soportes exteriores como vallas y mupis, así como en salas de cine cuando la película sea para menores de 18 años.
El proyecto de ley, aprobado por el Consejo de ministros, determina prohibir esta publicidad a partir del 2020, siendo Alemania el último país de la Unión Europea en tomar estas medidas.
Quedarán exentos de estas restricciones las tiendas especializadas y los puntos de venta como quioscos y gasolineras.
La decisión del ministro ha generado polémica, pues se trata de la primera vez que se prohíbe en Alemania la publicidad de un producto legal y de venta libre, lo que da pie a un debate sobre el cinismo que supone la venta de un producto legal pero que no se puede promocionar. Si es tan malo, ¿por qué se permite su venta?
Michael von Foerster, Gerente de la Asociación de la Industria Tabaquera, ha manifestado su desacuerdo con la futura ley, él cree que ”la prohibición de publicidad puede convertirse en un precedente” y traer nuevas restricciones para “comportamientos socialmente no deseados y productos que suponen un riesgo para la salud”.
Muchos estudios e investigaciones han confirmado categóricamente los perjuicios del tabaco. EL Hospital NISA Pardo de Aravaca explicaba a principio de año algunas de las consecuencias más significativas del tabaquismo:
El tabaco produce un humo tóxico que contiene 4.000 sustancias químicas, de las cuales 250 son nocivas y más de 50 cancerígenas; es el principal factor de infarto cerebral entre la población joven y puede reducir en 10 años la vida de una persona; alrededor de 700 millones de niños son fumadores pasivos; el tabaco aumenta en 20 veces la posibilidad de tener cáncer en casi todos los órganos del cuerpo, siendo el cáncer de pulmón la causa más común de muerte por cáncer en el mundo; el tabaco elimina el colágeno y acelera el envejecimiento de la piel, acentuando las líneas de expresión y flacidez facial.
De esta manera, se genera una vez más el debate sobre la legalidad de un producto tan perjudicial para la salud. Y mientras se abogue por un modelo de libre mercado, ¿hasta qué punto los gobiernos deben coartar la libertad publicitaria, si al mismo tiempo permiten su venta y se benefician de sus impuestos directos?
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