Cuando una empresa lanza un producto realmente novedoso, que incorpora una tecnología disruptiva o supone una transformación importante para los hábitos de consumo, no sólo debe resultar atractivo, resolver una necesidad y ser asequible para su público objetivo, también debe superar el filtro social, es decir, ser aceptado y legitimado moralmente por el conjunto de los ciudadanos que conviven en una comunidad.
Hasta hace pocas semanas, las mayores preocupaciones de Google respecto a sus gafas inteligentes, giraban en torno a las prestaciones, las opiniones de los Explorers y la prensa especializada, conseguir un precio de venta asequible, monturas atractivas y resolver el problema de los cristales graduados.
Sin embargo, los sucesos ocurridos en San Francisco (peleas y discusiones en establecimientos públicos) y la consiguiente proliferación de prohibiciones de uso en bares y restaurantes, hicieron saltar la voz de alarma en los departamentos de relaciones públicas. Tanto es así que la compañía lanzó un decálogo explicando el poco fundamento de los mitos asociados a las Google Glass.
Un estudio de investigación de mercado publicado por la firma Toluna, revela que un 72% de los nortemericanos no está dispuesto a usar las gafas de Google. El motivo pirncipal es la preocupación acerca de la privacidad y la seguridad. Dos de cada cinco encuestados también mostraron preocupaciones por el posible acceso de hackers a datos privados, la posiblidad de ser grabados de forma secreta y la posible difusión de imágenes en la red sin su consentimiento.
"Google Glass no está disponible aún en el mercado y es evidente que un gran número de personas tiene inquietudes sobre el impacto en su vida privada", dijo el director de Toluna, Mark Simon. "Es algo que las empresas tecnológicas como Google deben abordar antes de que el producto se convierta en un estándar convencional. Las innovaciones tecnológicas presentan grandes oportunidades para los consumidores pero también pueden traer algunas preocupaciones."
Otra de las preocupaciones más habituales de los encuestados, es el peligro de conducir y usar el dispositivo al mismo tiempo, las distracciones causadas al enviar mensajes de texto o ver notificaciones.
Algunos encuestados también manifestaron preocupaciones por el peligro de usar las gafas al caminar entre otros transeuntes (tropiezos, colisiones), por la limitación de la visión.
Más de un tercio de los 1000 encuestados manifestó el temor de ser asaltado mientras usa el dispositivo.
Lo cierto es que Google ya está realizando numerosos acuerdos con socios y anunciantes para generar oportunidades de negocio, acciones de marketing y aplicaciones capaces de sacar el máximo provecho al dispositivo. El mayor problema al que parece enfrentarse es a la opinión pública y la aceptación social de un producto que muchos ansían tener en sus manos y muchos otros consideran un ataque a su privacidad.
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Google trata de “lavar la imagen” de Google Glass derribando falsos mitos y prejucios
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